Relato
Autor: Felipe Patarroyo
El deseo del imperfecto
Siendo el espectador y abrumado por el mensaje de lo común, aquel se pierde y piensa
¿qué sería de mi si…?
Siento un vacío en el pecho, comprendo esto que es respirar sin aliento, esa soledad
incomprendida, un momento sin sentidos, sólo y ahí… creo, después de todo nunca lo
estamos, pero lo olvido porque me alejo, ni lo quiero comprender.
Solo observó, escuchó y callo, nunca estoy presente, estoy ahí, no vivo eso, no lo transmito,
no lo entiendo ¡qué incómodo! Pero después de todo no lo comprendería, así lo explicarás.
"No tiene uso común sin compartir" me dicen pero, no te enojes por favor, no lo mal
entiendo, solo no lo entiendo.
Mientras más confronto al mundo y lo analizo confirmo que he de sellar y limitar hasta el
último desborde de sentimiento, he de suprimirle hasta llegar a jurar no sentirlo, ni percibirle.
- ¿Acaso eso es un pecado nunca sentirle?
Apenas lo experimenté, comprendí:
- ¡Qué aventura! Maravilloso.
Eso recuerdo, luego medito y llegó a lo mismo, a no quererlo ¿Acaso es un espejismo? Lo
veo y digo -en aquel entonces era… en aquel entonces tenía...-
No lo soporto, voy agobiado, grito desesperadamente ¡NO PUEDO! Siento el límite, pienso no es lo que quiero y luego ellos dicen "es lo que nos toca" y - ¿por qué no elijo? - ¿Acaso llegué de últimas que he perdido el derecho a opinar? - ¿Quién es el que decide?
No lo soporto, voy agobiado, grito desesperadamente ¡NO PUEDO! Siento el límite, pienso no es lo que quiero y luego ellos dicen "es lo que nos toca" y - ¿por qué no elijo? - ¿Acaso llegué de últimas que he perdido el derecho a opinar? - ¿Quién es el que decide?
Pero cada vez que lo medito, veo que se dispara el tiempo y todo sigue igual, no lo entiendo, siempre algo late, siente y desesperadamente se distingue, voy allá pero no lo alcanzó
- ¿Qué pasa?
Siempre es igual: me ata, me agobia, lo deseo, en serio lo deseo.
Tirado ante el esclavizante
deseo, muerdo la tierra y sintiendo el fastidio de las piedras en la boca, pienso
enfurecidamente: ¡Razga el viento, hazlo gemir, escupe el cielo y que llegue a Marte!
¿Qué?
¿Por qué?
Luego lo veo y siempre lo comparo, no puedo...
Perdí, lo sé.
- Felipe Patarroyo
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